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‘Las permanentes Navidades Alimentarias’, por Nuria Granados

La nutricionista del RCD Mallorca echa la vista atrás para argumentar el origen de los festines navideños

Me imagino a los niños de hoy en día en un futuro contar a sus nietos que de toda la vida se ha celebrado Halloween en Mallorca y es que lo de “ toda la vida" puede abarcar un corto periodo de tiempo que se extiende a tres generaciones.

La Navidad es una de las más antiguas y complejas tradiciones que conservamos, dejando aparte cuándo y por qué la Iglesia decidió que estas fiestas agrarias que celebraban el solsticio de invierno pasaran a ser la fecha establecida del nacimiento de Jesucristo. En este punto, ¿desde cuándo comemos lo que comemos en Navidad?

La Iglesia proclamó la Navidad como fiesta de solemnidad con vigilia de ayuno y abstinencia. Solo se permitía el día 24 una comida frugal sin carne, de ahí la costumbre de comer pescado y verduras el día de nochebuena y dos almuerzos ligeros para asistir a la Misa del Gallo con al menos tres horas de ayuno completo. Después de la misa ya se podía realizar el resopón: una auténtica cena para los más ricos y, en los hogares más modestos, dulces y frutos secos. El ayuno y abstinencia fue de carácter obligatorio en España hasta 1966 si bien el 25 se compensaba con un festín carnívoro.

En esencia, hasta que no llegó el ferrocarril, en cada región se comía producto local y de temporada: pescado fresco y marisco en regiones costeras o pescado de río en las interiores. Ensaladas con granadas, lombardas, sopas de almendras, castañas asadas etc. Y el día 25 capones, pollos, pavos. En Mallorca las familias más adineradas comían capón, el pavo se comía relleno o en escaldums y la porcella rustida.

Como decía Hannibal Lecter en el “Silencio de los Corderos” a la mayoría de nosotros nos separan una (o dos) generaciones del hambre, es lógico que nuestros antepasados colmaran la mesa de comida en sus celebraciones, pero para los que ahora tenemos la suerte y el privilegio de vivir unas permanentes Navidades Alimentarias quizás no tenga tanto sentido pegarnos un festín un día tras otro, más si el sobrepeso nos acompaña. Quizás sea más importante que nunca, comer con moderación y aprovechar el tiempo libre para realizar más actividad física.

Nuria Granados.

Nutricionista del RCD Mallorca